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Los orígenes del abuso sexual



Se dice que no podemos transformar algo cuyos orígenes se ignoran y, por tanto, los mecanismos que los producen permanecen ocultos. Por ello, necesitamos admitir que no podemos transformar en un par de décadas aquello que se ha instaurado en nuestra sociedad a lo largo de más de 20 siglos.

Desde el punto de vista científico, se sabe que la pedofilia no tiene que ver con hormonas descarriadas o necesidades fisiológicas incontrolables. Se trata más bien de un fenómeno relacionado con los condicionamientos culturales, la permisividad y la voluntad humana.

La historia muestra que el patriarcado estableció normas y leyes en las cuales el dominio sobre aquellos que no fueran hombres, adultos y no esclavos era inevitable. La palabra infancia viene del latín infantia, que significa sin voz o sin capacidad de locución. Es decir, en la escala de valores, usos y costumbres, ni las mujeres ni los niños o las niñas tenían voz ni voto.

Nos horrorizamos cada vez que escuchamos en los noticieros o leemos en algún diario que el gobierno chino sólo autoriza tener una criatura por familia y que por ello aumenta la cantidad de niñas asesinadas y abandonadas en las calles. Las madres y los padres recurren al infanticidio porque prefieren un varón.

Olvidamos tal vez que el infanticidio hasta el siglo XIX era más bien normal. Hombres cultos como Séneca y Aristipo celebraban el derecho a asesinar a hijos e hijas no deseados, o que nacían con alguna discapacidad. Se les aventaba al río, o los tiraban a los perros como alimento. Si eran ilegítimos se les metía en vasijas de cerámica selladas para que "desaparecieran". Al concluir la muralla de Jericó se emparedó a niños vivos en ella, para segurar su fortaleza. Hasta el siglo XX los gobiernos consideraron que hay que aceptar a las niñas y los niños con alguna dicapacidad y fomentar su desarrollo; antes las autoridades no juzgaban el infaticidio de bebés discapacitados.

Fue justo a finales del siglo XVI cuando se implementaron los tabúes religiosos más poderosos sobre la sexualidad que han llegado hasta nuestros días. En esa época se inventó una gran cantidad de instrumetnos metálicos y de piel, con candados y alarmas de campana, para evitar la masturbación, las erecciones nocturnas y el coito. Se implantaron castigos severos y ceremonias del corte del clítoris. Todas estas reglas, surgidas del miedo y el deseo de control, poco tenían que ver con casgigar a quienes imponían sexo y violaban, y mucho con reprimir el deseo natural de mujeres y adolescentes. La película La letra escarlata, basada en la novela clásica de Nathaniel Hawthorne, muestra claramente algunas dinámicas de castigo y el fomento del machismo, del patriarcado y de la impunidad.

En la segunda mitad del siglo XVII, tanto en Francia como en Inglaterra se desarrollaron las primeras nociones del impacto que podría tener la sexualidad en la infancia. Curiosamente en la época victoriana surgieron los primeros debates sobre prostitución que siguen vigentes en la actaulidad, como la abolición o la normalización de la comnpra de mujeres y niñas.

Al mismo tiempo se aprendió a ocultar el erotismo y el deseo, normalizando aún más la indfelidad, la mentira y la trata de mujeres para insertarlas en el mundo de la prostitución. Públicamente el Estado desacresditaba commo impura y pecaminosa a la prostitución, pero los impuestos que se pagaban por ella eran fundametnales para las economías locales.

Pasaron dos siglos en los que se tejieron valores basados en una fuerte doble moral, todos ellos instaruados sobre el incuestionable poder del patriarcado violento y abusivo, lo que más tarde se llamaría machismo y que es, hoy en día, el gran protector de los abusadores.

La noción de que haía que educar, más que amaestrar a golpes y castigos, se popularizó en todos los estratos sociales a penas hace una generación. Se esparcieron más allá de la esfera acadmémica las teorías de Jean Piaget, María Montessori e incluso de las Sigmund Freud, aunque hay que recordar que ninguno de los padres de la psiquiatría y la psicología pudo sustraerse de su contexto machista y patriaracal. A pesar de identificar el abuso sexual, Freud también aportó argumentos para culpabilizar a las víctimas. Fue él quien inventó la idea de que las mujeres tenían fantasías de ser violadas por sus padres, cuando las pacientes le contaban que habían sido víctimas de incesto. Sin embargo, la creación del psioanálisis en su conjunto propició importantes cambios históricos.

Fue en París, en 1868, cuando Ambroise Tardieu, médico legista y profesor de medicina, escribió el primer tratado sobre el síndrome del niño golpeado. Tres años después, imitando a la Sociedad para la Protección de los Animales, en Nueva York se creó la Sociedad Neoyorkina para la Prevenciónde la Crueldad contra los Niños. Fue en Estado Unidos en donde por primera vez un gobierno dio órdenes de que el Estado intervinirera formalmente en un caso de maltrato infantil, sufrido por una pequeña de 9 años de nombre Mary Ellen. Y un año después nació la rama méddica denominada pediatría.

En varios países se legisló sobre cuál es en realidad la minoría de edad y cuándo llega la mayoría para suntos como el matrimonio, el trabajo en el campo o en las ciudades, peros muchos médicos siguieron ocultando el abuso sexual infantil, e incluso la explotación sexual de niñas, bajo el halo de la prostitución elegida. Los médicos, los policías y el clero tenían un gran peso moral y fueron responsables de fomentar el doble discurso para ocultar el abuso sexual.

El mundo tuvo que esperar hasta 1970 para que un especialista, Henry Kempe, definiera todas las formas de abuso de la infancia. Entre ellas enlistó la pedofilia como abuso sexual infantil, la pornografía infantil, actos de libidinosidad, violencia carbal, prostitución de menores y relaciones sexuales desviadas.

Durante años y hasta 2005, en México, a las menores violadas por algún conocido NO familiar se les proponía casarse con su violador para evitar el escándalo y los penosos procedimientos jurídicos. Esta acción estaba avalada por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF). Asimismo se sigue forzando a niñas y adolescentes a tener criaturas inseminadas a través de una violación.

Lo cierto es que la gran mayoría de historiadores tocó evitar el tema de la pedofilia en siglos pasados. Se ocultó sistemáticamente como un asunto del ámbito privado.

El lado más oscuro es el tabú, término que significa cubierto, prohibido y que surge de la palabra hawaiana tapú. La doble moral convirtió a la sexualidad en su conjunto en tabú, algo despojado de toda luminosidad, que debía mantenerse en lo oscuro. Aquí el tabú nos lleva a callar lo que nos enseñaron debe ser secreto, privado, vergonzoso. El abuso sexual infantil se oculta bajo un manto de oscuridad, que a su vez es resguardo de pedófilos y pederastas.

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