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Abuso sexual infantil en la antigüedad



Varios historiadores de la antigüedad grecorromana refieren que el emperador Tiberio acostumbraba ordenar a sus esclavos que llevaran niños pequeños, apenas destetados, para juguetear sexualmente con ellos durante sus largos baños. La referencia a pensadores y personajes griegos y romanos es habitual cuando buscamos los orígenes culturales de cualquier fenómeno presente en nuestra sociedad.

Hasta algunas películas que marcaron nuestra infancia tienen como escenario la antigua Roma. Y es que el desarrollo del poder político y del conocimiento alcanzado en la antigüedad clásica sentó las bases para las grandes ideas y buena parte de las antiguas costumbres del mundo occidental de hoy; pero junto con esto también transmitieron a Occidente prácticas que consideraban normales, como la prostitución, el sexismo, la pederastia y la pedofilia, entre muchos otros males. Respecto a la pedofilia también se encuentran indicios, según algunos investigadores, de que era una costumbre extendida y normalizada entre los varones aztecas y mayas.

En Atenas consideraban que si un maestro practicaba el amor físico con su alumno, favorecía el fortalecimiento de su educación y que, al tener sexo con él, el adulto le inoculaba su sabiduría. Aún así, algunas reglas emitidas por el Estado, prohibían y penaban las relaciones sexuales con niños prepúberes. Por ello, en la antigua Grecia se distinguía entre pederastia (sexo con jóvenes púberes) y pedofilia (sexo con niños y niñas impúberes). La prostitución de niños y niñas antes de la pubertad también estaba condenada.

En los textos literarios y poéticos de la antigua Grecia hallamos incontables referencias a los beneficios, incluso espirituales, del sexo entre hombres adultos y jóvenes varones púberes por encima de los beneficios del amor heterosexual. Sus orígenes tienen mucho que ver con el sexismo y el desprecio hacia las mujeres, consideradas como seres inferiores sin derechos. Hay que recordar que no todos los griegos pensaban de esta manera, Platón por ejemplo, insistió en que la pederastia debía ser condenada.

En Roma, tanto la pederastia como la homosexualidad estaban normalizadas, aunque sin el componente educativo. Simplemente se fomentaba el ejercicio abusivo de las formas de imposición del poder, basadas en clase y raza. Para los romanos la edad legal para casarse era a los 12 años, de manera muy similar a las condiciones en que, en pleno siglo XXI, se casa a niñas en poblados mexicanos a los 12 o 13 años, o en Yemen y Camboya desde los 9 y 10 años.

En las culturas antiguas, en casi todos los matrimonios en que los varones tenían entre 25 y 40 años, las esposas que se elegían debían tener entre 10 y 12 años. No sólo se les escogía a tan tierna edad para asegurar una reproducción sana, sino también para que fuera más fácil para los hombres controlar a una menor que a una mujer de su edad.

En la Edad Media la promiscuidad era la regla. Las familias dormían en la misma habitación, el incesto era común y se mantenían relaciones sexuales frente a los menores.

Los grandes historiadores aseguran que en la primera mitad del siglo XVII, en Europa, a los hombres se les casaba normalmente entre los 18 y 22 años, y a las mujeres entre los 13 y los 14. Existen excepciones de algunos miembros de la nobleza a quienes entregaban en matrimonio desde los 10 o 12 años para asegurar tratados políticos.

La pederastia era ampliamente aceptada en las culturas antiguas, por aquellos que ejercían su poder a la fuerza; pero eso no hace del abuso un acto correcto ni permisible.

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