Traductor

Explotación sexual comercial infantil

Las siguientes son algunas cifras respecto a la explotación sexual comercial infantil:

explotación sexual comercial infantil


  • Niñas y niños de 1 año y menos son víctimas de pornografía infantil.

  • A un pedófilo le toma 15 minutos desvestir a su víctima con la webcam, y 2 semanas tener contacto físico con ella.

  • Los agresores de niños y niñas en línea han incrementado un 1500% en sólo 13 años.

  • La pornografía infantil es el segundo negocio lícito más rentable a nivel mundial. Supera la venta de armas.

  • El ciberespacio hospeda más de 1 millón de imágenes de decenas de miles de niñas y niños sujetos a abuso sexual y explotación.

  • Se estima que 2 millones de personas de personas menores de 18 años, son sexualmente explotadas en la billonaria industria comercial sexual, la mayoría son niñas.

  • Se estima que 1.2 millones de niñas y niños son víctima de trata cada año.

  • La trata de personas ocupa el 2o lugar en la lista de crimen organizado mundial.

  • Alrededor del mundo, entre el 50 y 60% de las niñas y niños víctimas de trata, para esclavizarlos sexualmente, son menores de 16 años.

  • El abuso sexual en los últimos 30 años se ha incrementado 200%, 74% son menores de 14 años, 81% son mujeres, en el 65% la agresión continúa por meses, 20% adquiere una enfermedad de transmisión sexual y 10% se embarazan. Los depredadores son homicidas de almas.

Cuentos tradicionales y abuso infantil

A lo largo de la historia los mismos historiadores han contado sesgadamente el papel de los hombres en la perpetuación de los valores de la violencia, y enaltecieron una falsa noción de maternidad avalando las diversas formas de la educación a través del maltrato.



El problema con esta falsa narración de los hechos, es que nos han educado desde la más tierna infancia a partir de ellos. Nos enseñaron que es normal utilizar un lenguaje sexista que promueve los valores de exclusión; es por eso que en todos los textos aún se escribe la palabra hombre para decir también mujer y mucha gente se resiste a un lenguaje incluyente de lo femenino.

Para avalar los golpes en la educación formal, en casa y en la escuela, se repetía con orgullo la frase "la buena letra con sangre entra". Así también, se calificaron como valiosos instrumentos educativos las historias de terror que siembran en niñas y niños miedo a la vida, desconfianza, racismo, sexismo, antropofagia y violencia normalizada.

Les llamamos bellos cuentos infantiles y olvidamos que los creadores de dichas historias de terror y doble moral son producto de una época en que, para enseñar a la infancia, había que aterrorizarla con amenazas del coco, el viejo del costal, la bruja y la llorona infanticida, cuentos en que la venta de las hijas y su posesión sexual se normaliza.

Todo el tiempo reproducimos valores contradictorios que envían señales equívocas a niñas y niños. Valores que, como en una espiral sin fin, se reproducen en la vida adulta a menos que se comprenda lo que se hace y la sociedad elija detener el proceso de fortalecimiento de valores discriminatorios y dañinos.

Minimizamos la importancia de los contenidos simbólicos de estas historias infantiles, pero en realidad logran preparar a niñas y niños para concebir la vida con una palmaria inexactitud sobre los preceptos humanos del bien y el mal.

Nos dan una falsa versión la capacidad irreal de los padres para salvar a sus criaturas de perversidad y la crueldad; se atreven incluso a hacer creer a una pequeña que su padre puede revivir a un ser amado que ha sido deglutido por la malevolencia (el lobo) que ronda los bosques de la vida.

Los finales felices se fueron afinando en el siglo XX, casi todos los originales son más crueles y sanguinarios. Pero las moralejas dejan a las criaturas profundamente confundidas, sobretodo porque no es cierto que las cosas malas le sucedan a la gente mala o traviesa.

No es de extrañar que la mayoría de los niños prefiera ser el ogro caníbal antes que ser Pulgarcito, o elijan ser el príncipe o el rey poderoso y cruel. La desgracia es que las niñas casi siempre quieren ser princesas. La adversidad, el sexismo, la ignominia y la crueldad son aspectos esenciales de los cuentos infantiles.

Los hermanos Grimm y otros cuentistas como Hans Christian Andersen o su gran explotador, Walt Disney, reivindican dulcemente casi todas las formas de violencia y discriminación.

Gracias a los cuentos infantiles, las niñas del mundo creen que los leñadores están siempre cerca para rescatarlas del mal, que los príncipes las salvarán de la muerte y del sueño eterno con un beso y que los sapos se convertirán en galanes, siempre y cuando ellas jueguen a ser bobaliconas e indefensas.

Para los niños es igual de brutal: crecer con el estigma de vencedores y de héroes violentos, dominantes y asesinos. Ellos van por la vida invadidos por la frustración de no haber cumplido con el paradigma de defiende-caperucitas y despierta-princesas.

Ambos, niños y niñas, reciben el mensaje de que las mujeres -en su mayoría- son malas, brujas crueles, hadas traidoras, madres abandonadoras, madrastras explotadoras, o libertinas peligrosas.

Si analizáramos fríamente algunas historias clásicas, la síntesis sería algo así como:


  • La bella durmiente: suegra ogresa que quiere destruir a la nuera.

  • Pulgarcito: el ogro mete en una habitación a niños con gorrtios y a sus propias niñas con coronas para distinguirlos cuando vaya a comérselos. Pulgarcito intercambia gorros por coronas y el ogro engulle a sus hijas.

  • Las zapatillas rojas: la niña a quien su verdugo corta los pies bailarines por reclamar libertad.

  • Piel de asno: La historia de un padre incestuoso

  • La bellas y la bestia: ejemplo de trata de mujeres.

  • Blanca Nieves y los siete enanos: misoginia y esclavitud doméstica.

  • Barba azul: tratado de violencia de género, precursor de los asesinos de Ciudad Juárez.

  • Cenicienta: explotación laboral y odio entre mujeres, hasta que un hombre salva a la protagonista de las otras y de sí misma.

  • Rapunzel: bruja tratante que compra a una niña para encerrarla en una torre (con una ambigua relación amor-odio)y luego deja ciego al príncipe que intenta rescatarla.



La mayoría de los adultos actuales hemos crecido con estas historias en apariencia inofensivas, pero que en el fondo nos transmiten un mensaje: que la violencia es normal y que el abuso en contra de niños y niñas también.

El Vaticano encubre el abuso sexual infantil



El documento secreto del Vaticano, Crimine Solicitacionis, de Juan XXIII, es ilustrativo sobre el papel paradójico que los líderes de la Iglesia han jugado en el ocultamiento de la pederastia clerical.

Algunos expertos aseguran que otros documentos mucho más antiguos hablan sobre el tema, pero el citao fue evidenciado por varios diarios importantes como The Centinel, The New York Times y por CNN, y por otros en el mundo entero; además se tiene acceso a él incluso por Internet.

El Vaticano tuvo que reconocer públicamente que se trata de un documento auténtico. En 1962 (otros lo datan en 1964), bajo el papado de Juan XXIII, el papa bueno, se emitió un texto secreto con instrucciones sobre cómo actuar en los casos de pederastia. Se pedía a los clérigos máxima discreción y se pretendía obligar a las víctimas al silencio.

Según ese documento de 69 páginas, escrito en Latín y con el sello papal, se amenazaba con la excomunión a los que no respetasen las reglas. Está dirigido a los obispos del mundo.

El documento se centra en el abuso sexual derivado de la relación confesional entre un clérigo y un penitente, pero también se refiere a lo que califica como "el peor de los delitos", concepto que comprende "cualquier acto externo obsceno, gravemente pecaminoso, perpetrado de cualquier manera por un clérigo, o que este ha intentado cometer, con una persona de su propio sexo" (numeral 71), o "con jóvenes de cualquier sexo o con bestias brutas".

También se exhorta, explícitamente, a la propia víctima a hacer un "juramento de guardar secreto" bajo "amenaza de excomunión".

Un noticieron de CNN logró, en agosto de 2003, que representantes de la Conferencia de Obispos de Estado Unidos confirman su autenticidad. No obstante, un portavoz de los opispos, Francias Maniscalco, dijo que el documento había sido sacado de contexto:


"Este documento estaba muy relegado y realmente no fue una fuerza efectiva en la mayoría de los casos en los últimos 20 años."


Su ratificación ratifica la doble moral de altos jerarcas de la Iglesia Católica respecto a la pederastia y la pedofilia.

Varias películas nos ayudan a entender ese fenómeno como un asunto de abuso de poder: La buena educación, de Pedro Almodóvar; Los niños de San Vicente, de John N. Smith, y Líbranos del mal, de Amy Berg.

Actualmente se ha documentado con precisión la existencia de granjas de retiro o recuperación, donde se esconde a sacerdotes pedófilos para darles "tratamiento psicológico" durante unos meses y luego trasladarlos a otras iglesias, cuyas comunidades desconozcan las tendencias pederastas del religioso en cuestión. Algunas de estas granjas exiten en Italia y América desde el siglo XVII.

Testimonio de Francisca



El siguiente testimonio es de Francisca (nombre alterado), una mujer de 32 años. Lo relató cuando asistió a un taller sobre salud sexual en la localidad de Chemuyil, Quintana Roo; en el municipio Solidaridad:


"Cuando tenía seis años mi padre me jaló a su hamaca y me violó, yo supe que eso no era bueno, porque me lastimó y me tapó la boca. Me dijo que no dijera nada porque me iba a llevar el diablo en la noche, porque yo le provoqué que me hiciera suya. No me importó y al otro día le dije a mi mamá, cuando fuimos al pozo por agua, que mi padre me había violado. Mi madre me dio una bofetada, luego me abrazó llorando un poco, sólo un poco, y me dijo: ¡Eso no se cuenta, así nos pasa a las mujeres! Y me mandó a vivir con mi abuela al otro pueblo. Un día se lo conté a mi abuela y esa noche mi tío, que oyó todo, me llevó a su hamaca y me hizo lo mismo. Mi abuela le dio un escobazo al tío. Me dijo que así pasa cuando a una la usan los hombres: que huele a mujer y no tiene remedio".

Los orígenes del abuso sexual



Se dice que no podemos transformar algo cuyos orígenes se ignoran y, por tanto, los mecanismos que los producen permanecen ocultos. Por ello, necesitamos admitir que no podemos transformar en un par de décadas aquello que se ha instaurado en nuestra sociedad a lo largo de más de 20 siglos.

Desde el punto de vista científico, se sabe que la pedofilia no tiene que ver con hormonas descarriadas o necesidades fisiológicas incontrolables. Se trata más bien de un fenómeno relacionado con los condicionamientos culturales, la permisividad y la voluntad humana.

La historia muestra que el patriarcado estableció normas y leyes en las cuales el dominio sobre aquellos que no fueran hombres, adultos y no esclavos era inevitable. La palabra infancia viene del latín infantia, que significa sin voz o sin capacidad de locución. Es decir, en la escala de valores, usos y costumbres, ni las mujeres ni los niños o las niñas tenían voz ni voto.

Nos horrorizamos cada vez que escuchamos en los noticieros o leemos en algún diario que el gobierno chino sólo autoriza tener una criatura por familia y que por ello aumenta la cantidad de niñas asesinadas y abandonadas en las calles. Las madres y los padres recurren al infanticidio porque prefieren un varón.

Olvidamos tal vez que el infanticidio hasta el siglo XIX era más bien normal. Hombres cultos como Séneca y Aristipo celebraban el derecho a asesinar a hijos e hijas no deseados, o que nacían con alguna discapacidad. Se les aventaba al río, o los tiraban a los perros como alimento. Si eran ilegítimos se les metía en vasijas de cerámica selladas para que "desaparecieran". Al concluir la muralla de Jericó se emparedó a niños vivos en ella, para segurar su fortaleza. Hasta el siglo XX los gobiernos consideraron que hay que aceptar a las niñas y los niños con alguna dicapacidad y fomentar su desarrollo; antes las autoridades no juzgaban el infaticidio de bebés discapacitados.

Fue justo a finales del siglo XVI cuando se implementaron los tabúes religiosos más poderosos sobre la sexualidad que han llegado hasta nuestros días. En esa época se inventó una gran cantidad de instrumetnos metálicos y de piel, con candados y alarmas de campana, para evitar la masturbación, las erecciones nocturnas y el coito. Se implantaron castigos severos y ceremonias del corte del clítoris. Todas estas reglas, surgidas del miedo y el deseo de control, poco tenían que ver con casgigar a quienes imponían sexo y violaban, y mucho con reprimir el deseo natural de mujeres y adolescentes. La película La letra escarlata, basada en la novela clásica de Nathaniel Hawthorne, muestra claramente algunas dinámicas de castigo y el fomento del machismo, del patriarcado y de la impunidad.

En la segunda mitad del siglo XVII, tanto en Francia como en Inglaterra se desarrollaron las primeras nociones del impacto que podría tener la sexualidad en la infancia. Curiosamente en la época victoriana surgieron los primeros debates sobre prostitución que siguen vigentes en la actaulidad, como la abolición o la normalización de la comnpra de mujeres y niñas.

Al mismo tiempo se aprendió a ocultar el erotismo y el deseo, normalizando aún más la indfelidad, la mentira y la trata de mujeres para insertarlas en el mundo de la prostitución. Públicamente el Estado desacresditaba commo impura y pecaminosa a la prostitución, pero los impuestos que se pagaban por ella eran fundametnales para las economías locales.

Pasaron dos siglos en los que se tejieron valores basados en una fuerte doble moral, todos ellos instaruados sobre el incuestionable poder del patriarcado violento y abusivo, lo que más tarde se llamaría machismo y que es, hoy en día, el gran protector de los abusadores.

La noción de que haía que educar, más que amaestrar a golpes y castigos, se popularizó en todos los estratos sociales a penas hace una generación. Se esparcieron más allá de la esfera acadmémica las teorías de Jean Piaget, María Montessori e incluso de las Sigmund Freud, aunque hay que recordar que ninguno de los padres de la psiquiatría y la psicología pudo sustraerse de su contexto machista y patriaracal. A pesar de identificar el abuso sexual, Freud también aportó argumentos para culpabilizar a las víctimas. Fue él quien inventó la idea de que las mujeres tenían fantasías de ser violadas por sus padres, cuando las pacientes le contaban que habían sido víctimas de incesto. Sin embargo, la creación del psioanálisis en su conjunto propició importantes cambios históricos.

Fue en París, en 1868, cuando Ambroise Tardieu, médico legista y profesor de medicina, escribió el primer tratado sobre el síndrome del niño golpeado. Tres años después, imitando a la Sociedad para la Protección de los Animales, en Nueva York se creó la Sociedad Neoyorkina para la Prevenciónde la Crueldad contra los Niños. Fue en Estado Unidos en donde por primera vez un gobierno dio órdenes de que el Estado intervinirera formalmente en un caso de maltrato infantil, sufrido por una pequeña de 9 años de nombre Mary Ellen. Y un año después nació la rama méddica denominada pediatría.

En varios países se legisló sobre cuál es en realidad la minoría de edad y cuándo llega la mayoría para suntos como el matrimonio, el trabajo en el campo o en las ciudades, peros muchos médicos siguieron ocultando el abuso sexual infantil, e incluso la explotación sexual de niñas, bajo el halo de la prostitución elegida. Los médicos, los policías y el clero tenían un gran peso moral y fueron responsables de fomentar el doble discurso para ocultar el abuso sexual.

El mundo tuvo que esperar hasta 1970 para que un especialista, Henry Kempe, definiera todas las formas de abuso de la infancia. Entre ellas enlistó la pedofilia como abuso sexual infantil, la pornografía infantil, actos de libidinosidad, violencia carbal, prostitución de menores y relaciones sexuales desviadas.

Durante años y hasta 2005, en México, a las menores violadas por algún conocido NO familiar se les proponía casarse con su violador para evitar el escándalo y los penosos procedimientos jurídicos. Esta acción estaba avalada por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF). Asimismo se sigue forzando a niñas y adolescentes a tener criaturas inseminadas a través de una violación.

Lo cierto es que la gran mayoría de historiadores tocó evitar el tema de la pedofilia en siglos pasados. Se ocultó sistemáticamente como un asunto del ámbito privado.

El lado más oscuro es el tabú, término que significa cubierto, prohibido y que surge de la palabra hawaiana tapú. La doble moral convirtió a la sexualidad en su conjunto en tabú, algo despojado de toda luminosidad, que debía mantenerse en lo oscuro. Aquí el tabú nos lleva a callar lo que nos enseñaron debe ser secreto, privado, vergonzoso. El abuso sexual infantil se oculta bajo un manto de oscuridad, que a su vez es resguardo de pedófilos y pederastas.

Abuso sexual infantil en la antigüedad



Varios historiadores de la antigüedad grecorromana refieren que el emperador Tiberio acostumbraba ordenar a sus esclavos que llevaran niños pequeños, apenas destetados, para juguetear sexualmente con ellos durante sus largos baños. La referencia a pensadores y personajes griegos y romanos es habitual cuando buscamos los orígenes culturales de cualquier fenómeno presente en nuestra sociedad.

Hasta algunas películas que marcaron nuestra infancia tienen como escenario la antigua Roma. Y es que el desarrollo del poder político y del conocimiento alcanzado en la antigüedad clásica sentó las bases para las grandes ideas y buena parte de las antiguas costumbres del mundo occidental de hoy; pero junto con esto también transmitieron a Occidente prácticas que consideraban normales, como la prostitución, el sexismo, la pederastia y la pedofilia, entre muchos otros males. Respecto a la pedofilia también se encuentran indicios, según algunos investigadores, de que era una costumbre extendida y normalizada entre los varones aztecas y mayas.

En Atenas consideraban que si un maestro practicaba el amor físico con su alumno, favorecía el fortalecimiento de su educación y que, al tener sexo con él, el adulto le inoculaba su sabiduría. Aún así, algunas reglas emitidas por el Estado, prohibían y penaban las relaciones sexuales con niños prepúberes. Por ello, en la antigua Grecia se distinguía entre pederastia (sexo con jóvenes púberes) y pedofilia (sexo con niños y niñas impúberes). La prostitución de niños y niñas antes de la pubertad también estaba condenada.

En los textos literarios y poéticos de la antigua Grecia hallamos incontables referencias a los beneficios, incluso espirituales, del sexo entre hombres adultos y jóvenes varones púberes por encima de los beneficios del amor heterosexual. Sus orígenes tienen mucho que ver con el sexismo y el desprecio hacia las mujeres, consideradas como seres inferiores sin derechos. Hay que recordar que no todos los griegos pensaban de esta manera, Platón por ejemplo, insistió en que la pederastia debía ser condenada.

En Roma, tanto la pederastia como la homosexualidad estaban normalizadas, aunque sin el componente educativo. Simplemente se fomentaba el ejercicio abusivo de las formas de imposición del poder, basadas en clase y raza. Para los romanos la edad legal para casarse era a los 12 años, de manera muy similar a las condiciones en que, en pleno siglo XXI, se casa a niñas en poblados mexicanos a los 12 o 13 años, o en Yemen y Camboya desde los 9 y 10 años.

En las culturas antiguas, en casi todos los matrimonios en que los varones tenían entre 25 y 40 años, las esposas que se elegían debían tener entre 10 y 12 años. No sólo se les escogía a tan tierna edad para asegurar una reproducción sana, sino también para que fuera más fácil para los hombres controlar a una menor que a una mujer de su edad.

En la Edad Media la promiscuidad era la regla. Las familias dormían en la misma habitación, el incesto era común y se mantenían relaciones sexuales frente a los menores.

Los grandes historiadores aseguran que en la primera mitad del siglo XVII, en Europa, a los hombres se les casaba normalmente entre los 18 y 22 años, y a las mujeres entre los 13 y los 14. Existen excepciones de algunos miembros de la nobleza a quienes entregaban en matrimonio desde los 10 o 12 años para asegurar tratados políticos.

La pederastia era ampliamente aceptada en las culturas antiguas, por aquellos que ejercían su poder a la fuerza; pero eso no hace del abuso un acto correcto ni permisible.

Síndrome de Acomodación al abuso sexual infantil



Una de las consecuencias a corto plazo del abuso sexual, es la aparición del Síndrome de Acomodación al abuso sexual infantil, es un estado muy parecido al Síndrome de Estocolmo, en donde el infante adopta una conducta de "adaptación" hacia su agresor como defensa psicológica. Incluye cinco fases:

1. Impotencia. Los niños víctimas de abuso sexual generan un fenómeno de indefensión aprendida, puesto que sus intentos para evitar el abuso resultan vanos. Poco a poco dejarán de intentarlo siquiera.

2. Mantenimiento del secreto. La manipulación y la amenaza a la que son sometidos les obliga a mantener -sobretodo en casos de abuso intrafamiliar- una doble vida para mantener el secreto y evitar la revelación.

3. Entrampamiento y acomodación. Si el abuso se prolonga en el tiempo, el niño poco a poco irá asumiendo el papel de pareja del agresor.

4. Revelación espontánea o forzada. Cuando se llega a la revelación suele ocurrir con un igual, pudiéndose producirse bien de manera espontánea o bien forzada por un adulto al valorar los indicios.

5. Retracción. Si no hay una intervención efectiva (o incluso habiéndola), la retracción es frecuente por culpa, vergüenza o miedo.

Consecuencias a corto plazo del abuso sexual infantil



Las consecuencias de una agresión sexual varían según la duración, la frecuencia, la intensidad, el tipo de abuso, si hubo violencia física o no. También influyen la edad del agresor y de la víctima, así como la identidad del abusador (si es algún familiar o no).

La mayoría de los efectos de un abuso son síntomas del síndrome de estrés postraumático. Aunque en ocasiones, las víctimas no presentan un sólo síntoma debido al bloqueo que hacen de sus emociones.

Entre las consecuencias a corto plazo podemos encontrar:

  • Físicas: Pesadillas, pérdida de control de esfínteres, cambio de hábitos alimenticios.
  • Conductuales: Consumo de alcohol o drogas, conductas auto destructivas o suicidas, hiperactividad, bajo rendimiento escolar.
  • Emocionales: Miedo, agresividad, culpa, vergüenza, ansiedad, depresión.
  • Sexuales: Exhibicionismo, masturbación compulsiva, problemas de identidad sexual.
  • Sociales: Aislamiento, conductas antisociales.

Factores de riesgo y factores de protección ante un abuso sexual



Existen algunos factores de riesgo que vuelven a los niños vulnerables ante los abusos sexuales. Aunque también existen acciones y conductas que pueden protegerlos.


Factores de riesgo:

-Discapacidad psíquica grave de uno o ambos padres.
-Consumo de alcohol o drogas de uno o ambos padres.
-Historia de maltrato previa de uno o ambos padres.
-Falta de establecimiento del vínculo o deficientes relaciones afectivas entre los padres y el niño.
-Falta de red de apoyo psicosocial, aislamiento social de la familia.
-Problemas de disarmonía y ruptura familiar.
-Desempleo o pobreza.
-Falta de reconocimiento de los derechos del niño como persona.
-Aceptación social de pautas como el castigo físico.


Factores de protección:

-Historia de vinculación afectiva de los propios padres o reconocimiento y elaboración de la historia, en caso de ser negativa.
-Existencia de una red de apoyo psicosocial.
-Seguridad económica.
-Armonía y apoyo de la pareja en la crianza.
-Integración social de la familia y el niño con sus iguales.


Sobretodo la red social es muy importante, pues en caso de que el núcleo familiar no haga caso al menor, este podrá recurrir a otros adultos de la red como pueden ser tíos, maestros u otros padres de familia.