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La complicidad del silencio

Comparto con ustedes esta nota, reflejo de una terrible realidad instalada en Patagonia:

La complicidad del silencio. Testimonios del abuso sexual de niños que remiten a la crueldad y la indiferencia. Víctimas invisibles de la otra Patagonia trágica.



Por Luis Frontera

Para definir el paso de la niñez a la pubertad la psicología recurre a los bogavantes, que al cambiar el caparazón bajan al fondo del océano, donde desarrollan una nueva envoltura protectora. El ocultamiento es una forma de preservación porque, en caso de recibir algún golpe, la herida quedará abierta para siempre, debajo de la corteza.

En el siglo XXI, y a pesar de estar documentado que ciertas heridas recibidas en la infancia son de por vida, la niñez se encuentra cada vez más explotada. Según las Naciones Unidas, la trata de personas, en el mundo, afecta a más de cuatro millones de mujeres y niñas. Y en la Argentina, para la Organización Internacional del Trabajo, al menos 500 mil personas están involucradas en esa forma de explotación.

En el 2001, UNICEF realizó un estudio sobre la explotación sexual comercial de niños en nuestro país, y demostró que el problema afecta a todas las clases sociales y a todas las edades y que "tiene relaciones con las instituciones policial, judicial, asistencial y con otras instancias del Estado".

A partir de un viaje a Pehuajó en el 2004, y después de haber recorrido varias ciudades, quien escribe encuentra una sola metáfora para sintetizar lo que ha visto y oído: si el país estuviese padeciendo un naufragio, al menos una parte del personal a cargo de la vida de los pasajeros, estaría usurpando los botes de las víctimas y gritando que "las mujeres y los niños van al final".

Alimentos. Apenas dos siglos atrás, los antiguos habitantes patagónicos se detenían por aquí, para invernar el ganado, antes de seguir viaje hacia lo que llamaban el País de las Manzanas, en la cordillera neuquina. Pero ahora, en General Roca, cuando no todos tienen alimento, están enjuiciados Alberto Fasanella y Andrés Reguera. Y entre el material que se les secuestró se encontraron las fotos de varias menores que, según dice, explotaban sexualmente y, entre otras, la de una pequeña de 13 años, desnuda, comiendo un plato de guiso.

También cerca de Roca, en Fernández Oro, desapareció en octubre del 2006, a los 16 años de edad, Otoño Uriarte, cuyo cadáver fue encontrado en el fondo de un canal, el 24 de abril pasado. Y buscarla fue pisar un hormiguero. Durante la investigación, que aún no arrojó resultados, la cuestionada jueza Carmen García García, dispuso una escucha telefónica a la comisaría de Choele Choel, organismo encargado de encontrar a la adolescente.

Este es parte de uno de los diálogos registrados entre el subcomisario Moisés Rodríguez y el suboficial César Cayumil, durante una conversación que mantuvieron con el dueño de un prostíbulo.

-Tengo que llevar una chica para fichar...

-¿Cómo está?

-Está re buena.

-¿Y de dónde es esta piba nueva?

-De La Pampa.

-Uy qué los parió... ¿Y cuántos años tiene?

-Acaba de cumplir quince.

Es célebre, por otra parte, que todo lo que tiene de bella y de mágica, la Patagonia lo tiene también de injusta. Y para comprobarlo alcanza con mencionar un hecho sucedido frente a Roca, en Neuquén, y que a la corrupción policial le suma las erratas de la Justicia.

Un documentado estudio detalla el caso de Valeria (14), reclamada por su madre y en poder de un hombre de 36 años de edad que la explotaba sexualmente. Al iniciarse una acción legal, el juez Martín Gallardo, según UNICEF, dispuso que "la justicia diera la guarda de la menor a su proxeneta quien, además, tenía prontuarios por tráfico de drogas y por robo".

El doctor Gallardo fue luego investigado y el Tribunal de Justicia local encontró que el magistrado había actuado en forma correcta.

Teorías. La figura menos estudiada, y tal vez la más importante, es la del adulto abusador que paga. Para Sigmund Freud, que no gustaba de calificar y que trató el tema en profundidad, un paidofílico es un "pobre diablo". Y el Talmud no se priva de condenar los abusos: "Quien es piadoso con los crueles acaba por ser cruel con los piadosos".

Una explicación actual sobre estos "abusadores seriales" la dan la filosofía y la sociología: Zygmunt Bauman y Giles Lipovetsky, entre otros, responsabilizan a ciertos aspectos de la posmodernidad. El estímulo constante de las necesidades y la frustración crónica, en una sociedad sin ningún proyecto histórico movilizador, suaviza las costumbres de unos y favorece las "acciones energúmenas" de los otros.

Lo cierto es que la explotación de niños en la Argentina alcanza una gravedad inusitada. Le dice, por ejemplo, un niño a un enviado de UNICEF: "Sí, a veces viene alguno de la justicia, pero para que les hagamos el servicio, no a defendernos". Y a la misma fundación le comenta una chiquita de 13 años: "Vienen viejitos y dicen te doy 20 pesos y hacemos un pete copado". La monja Marta Trejo, antes en Rosario y ahora en el Vaticano, comentó el caso de una mujer, infectada con el HIV, que explotaba sexualmente a sus hijitos de 4, 8 y 10 años, para darles de comer.

Sur. El sol, oculto tantos días, al salir otra vez en Bariloche, parece algo nuevo y nunca visto. Para llegar, por la Línea Sur, en la noche y con 17 grados bajo cero, pasaron pequeñas ciudades que dormían al costado de la ruta, como aerolitos recién caídos y apenas iluminados.

Ahora, para ir a los barrios altos, como Lomitas, hacia Frutillar, hay que cruzar la ciudad, pasar bosquecitos de caricias glaciales y hundirse en el barro y la nieve hasta los tobillos. Allí funciona el Grupo Encuentro, donde los chicos hacen barriletes con la maestra Diana Ross y donde Edith Espinoza y Luis, su marido, a los que llegan los reciben con pan caliente y recién hecho.

De los chicos que se alimentan y buscan refugio y afecto en Encuentro, según Espinoza, el 80 por ciento ha sido abusado o violado o explotado por el consumo sexual de niños.

Por su parte la arquitecta Mara Bou, militante consecuente de la delegación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Bariloche (APDH), es enfática al referirse a la situación que se padece en la ciudad: "El abuso y el turismo sexual infantil son aquí una triste realidad. Pero los casos señalan dos ciudades diferentes: las víctimas siempre pertenecen al Bariloche de la marginalidad y la pobreza. Y los victimarios siempre son ricos: uno de ellos es un empresario acusado de abuso de menores y su causa transita los tribunales sin resolverse. Y el otro es un millonario venezolano, condenado por un caso similar, y que se suicidó, sospechosamente, mientras cumplía arresto domiciliario".

Mara Bou se refiere al magnate petrolero venezolano Pius Schlageter Boulton, que se mató en su mansión, mientras se investigaba su rol en un caso de abuso sexual de niños, en el 2003. Patricia Uribe, su cómplice, una trabajadora sexual, también se quitó la vida, rodeada de guardias que no la vieron, ahorcándose en una celda.

El otro caso, también acusado por explotar sexualmente a una niña de 12 años, fue el del supermercadista Juan Gilio, actualmente en libertad.

Pero, por ser el último que tuvo difusión, el caso más conocido es el de Heriberto Navarrete, mozo de un conocido restaurante céntrico de Bariloche: fue condenado a nueve años de prisión en el 2005, por mantener sexo a cambio de dinero con niñas de entre ocho y quince años, a las que le pagaba entre 15 y 20 pesos.

"Brown para arriba". El médico forense Leonardo Saccomano es un hombre afable, que vive en uno de esos barrios de Bariloche desde los cuales se ven el lago y los cerros nevados. Para llegar a Melipal hay que subir entre cipreses y sicomoros; y allí los bosques, con su reverdecimiento, sugieren una metáfora: todos los años tienen una nueva primavera, mientras que los humanos, viven una sola y a veces no pueden gozarla.

Leonardo Saccomano, que estuvo en la autopsia de Otoño Uriarte, recibe a NOTICIAS en su casa y recuerda que, durante el caso Navarrete, tres niñas de 12 a 14 años de edad, sufrieron contagios de sífilis, enfermedad que, como es sabido, aumenta la vulnerabilidad frente al sida. También asegura el forense que, en 1988, el primer infectado de HIV que tuvo la ciudad, fue un adulto que abusó y contagió a una chiquita que murió de sida, mientras que el violador la sobrevivió.

En cuanto al tema de la explotación sexual de niños en Bariloche, Saccomano es terminante: "Estamos haciendo lo del avestruz. No hay una actuación de los organismos del Estado que debieran trabajar y la niñez está desamparada".

Por las lujosas peatonales de Bariloche, en tanto, la policía no sabe qué hacer con los chicos que están en la calle. Últimamente, según se pudo ver, los uniformados aplican una renovada forma de apartheid y los expulsa de la calle Brown para arriba, hacia los barrios altos y pobres.

Retrato. Hace tres años, y apenas ella dijo que quería contar su historia, se llamó a la APDH de Bariloche para que fuera testigo de la conversación. Tenía 14 años de edad recién cumplidos, un hijito de pocos días entre sus brazos y llevaba puesto un vestido que parecía de una hermana dos años menor. Ante una broma cariñosa, destinada a mencionar que era una madre muy joven, bromeó, mirando al bebé: "Este es 10 minutos menor que yo".

Había quedado embarazada del mozo Heriberto Navarrete, ahora preso, que le pagaba con 15 pesos o con comida, a ella y a otras menores. Pero por entonces su vida estaba cambiando, para bien. Un policía que solía pasar con el patrullero por la esquina en donde ella habitualmente buscaba clientes, la levantaba y la llevaba a un albergue transitorio frente a la terminal de micros. Se habían enamorado y querían casarse.

En un momento, aquella vez, hace tres años, se le había preguntado por sus sueños, y contó varios y eran todos musculares, violentos: "Sueño que corro, que pego, que vuelo, que salto". Hablaba mucho de comidas, también.

Y entonces hacía pensar en una frase de Nietzche: "El hambre es un ladrón que te roba el alma".

Tres años después no se la encuentra. No está. Ninguno la vio. Dicen que el policía fue sacado de Bariloche y destinado a otro lugar. Y que a ella, una jueza le hizo firmar la adopción del hijo. Y que tuvo que entregarlo.

Nadie, tampoco, sabe nada del bebé. Entonces, sabiendo que ya es un chico de tres años, hay que despedirse de Bariloche con una pregunta: ¿Qué habrá sido de él? ¿Caminará de Brown para abajo o de Brown para arriba?

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