Los
agresores sexuales suelen utilizar amenazas, engaños, manipulación y violencia para conseguir su objetivo.
Los
niños son realmente vulnerables ante este tipo de acciones pues temen el poder del adulto, tanto para lastimarlos a ellos como a sus seres queridos. En ocasiones las
amenazas pueden realmente violentas, como decir al infante que si no accede lo matará a él o a sus padres.
Los chantajes emocionales también le provocan al
niño gran miedo y ansiedad, el temor de perder el cariño de su familia por ejemplo, si se le dice que lo dejarán de querer si cuenta algo o que destruirá a la familia.
También están los
niños que por su corta edad son incapaces de verbalizar lo que ocurre y mucho menos de oponer algún tipo de resistencia. Niños de 2 ó 3 años, incluso bebés lactantes, son aún más vulnerables ante los
ataques de un
abusador.
Otro grupo que corre un gran riesgo es el de los
niños discapacitados. Aquellos que tienen problemas de lenguaje y comunicación o presentan algún grado de discapacidad intelectual, están en una situación especialmente desfavorable porque les será prácticamente imposible denunciar a su
agresor.
No se trata de caer en una situación de pánico y sobreproteger al
menor; pero sí de poner atención cuando el pequeño, ya sea de forma explícita o no, indique que está pasando por una situación que lo daña o perturba.
En el caso de que el
menor denuncie directamente a su
agresor, hay que otorgarle todo nuestro respaldo y hacerle saber que cuenta con nosotros.
En situaciones donde el
menor no pueda comunicarse, hay que estar atentos a su desarrollo físico y emocional; pues si de alguna forma hay un retroceso en cuestiones que ya había dominado o perturbaciones del sueño, entonces es momento averiguar qué sucede. Evidentemente no siempre se tratará de un
abuso sexual, pero desafortunadamente cabe la posibilidad.
Algunos niños pequeños, después de un
ataque comienzan a mojar la cama otra vez o tienen terrores nocturnos. En cualquier caso, hay que acudir con un especialista para que determine el estado del
menor.
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